miércoles, 27 de enero de 2016

LA EDAD DEL GLOBO


Si Ud. quiere saber dónde aparece esta fotografía, espere hasta el final de la nota.


Cuando niños, todos amamos los globos, insustituibles adornos de las fiestas de cumpleaños, de las salidas a pasear en parques y plazas y de espectáculos circenses. Como si fueran un reflejo de nuestro ligero y gracioso transcurrir por el mundo, una cosa tan simple como una esfera de color vivo repleta de aire es capaz de divertir a un grupo de niños hasta que inevitablemente uno de aquellos haga reventar gozoso el disputado y frágil trofeo. ¡Oh, alegres niñerías que siempre se repiten a lo largo del tiempo y en todas partes!

Pero he aquí que con el tiempo este sencillo “receptáculo de materia flexible lleno de gas, que sirve de juguete para los niños, como decoración en fiestas, etc.” (Según definición RAE), que desde un comienzo acompañó a bufones y trovadores, parece haber adquirido una importancia prominente que nunca imaginaron los más celebrados eruditos, investigadores y teólogos de la historia. Así, el globo se fue incorporando a los mitines políticos, a las manifestaciones públicas de toda índole, e incluso a las ceremonias religiosas, llegando hasta a dar acto de presencia dentro de los templos católicos. Nunca imaginamos muchos que en ese “etc” de la definición académica entraban cosas tan ajenas y distantes, tan serias e importantes. ¿O será quizás que en los actos religiosos de la iglesia conciliar los globos aparecen incluidos sí como “juguete para los niños” y “decoración en fiestas”? De igual modo, el globo omnipresente en los actos de algunos partidos políticos y en las marchas “pro-vida”, parece dar una señal mediática muy tranquilizadora: allí donde hay globos hay personas amistosas, simpáticas, no agresivas, inofensivas, pacíficas. Personas que prefieren llevar globos y remeritas de colores, antes que crucifijos y banderas de combate. Personas que no quieren resultar chocantes, ni amenazantes, ni tenebrosas, sino positivas, optimistas, dialogantes. Luego, con la suelta de globos, todo el ímpetu vehemente que pudiera haber habido se libera para perderse donde sólo Dios sabe. El viento se lleva el colorido globo con su aire. Nada queda. La fiesta se acaba. Y el liberalismo logró su cometido: evitó que quienes debían ser confrontativos, militantes, beligerantes, fueran lo que su causa exigía, dejando en cambio un tendal de comprometidos con una "fiesta" inofensiva, desplegando una anestesiada respuesta al llamado al combate.  Globitos de colores que alegran las fiestas de los niños, pero tornan ridículo, inútil, afeminado, todo atisbo de combate.














Las siguientes fotografías están tomadas del sitio oficial de la FSSPX en USA:



¿Tendrá esta foto algún significado simbólico que se nos escapa, y por eso ha sido incluida allí? ¿Los tres globos representan tal vez a la Santísima Trinidad? ¿Serán tal vez un saludo secreto a los tres obispos de la Neo-FSSPX?