domingo, 24 de mayo de 2015

TOMÁS DE KEMPIS: LA NATURALEZA Y LA GRACIA



De la “Imitación de Cristo”, Libro III, Capítulo LIV.




Hijo, observa atentamente los movimientos de la naturaleza y de la gracia, porque muy contraria y sutilmente se mueven, de modo que con dificultad son conocidos sino por varones espirituales e interiormente iluminados. Todos desean el bien, y en sus dichos y hechos buscan alguna bondad; por eso muchos se engañan con color del bien.
LA NATURALEZA

-no quiere morir de buena gana, ni quiere ser apremiada ni vencida, ni de grado sujeta ni sometida;

LA GRACIA

-trabaja en la propia mortificación, resiste a la sensualidad, quiere ser sujeta, desea ser vencida, no quiere usar de su propia libertad, huélgase de estar bajo de la disciplina, no codicia dominar a nadie sino vivir, servir y estar siempre bajo la mano de Dios, y por Dios está pronta a obedecer con toda humildad a cualquier criatura humana;

-trabaja por su interés y atiende a la ganancia que le puede venir de otro;

-no considera lo que es útil y provechoso a sí, sino lo que aprovecha a muchos;

-recibe de buena gana la honra y la reverencia;

-fielmente atribuye sólo a Dios toda honra y gloria;

-teme la confusión y el desprecio,



-alégrase en sufrir injurias por el nombre de Jesús;

-ama el ocio y la quietud corporal;

-no puede estar ociosa, antes abraza de buena voluntad el trabajo;

-busca tener cosas curiosas y hermosas, y aborrece las viles y groseras;

-deléitase con cosas llanas y humildes, no desecha las ásperas, ni rehúsa el vestir ropas viejas;

-mira lo temporal, gózase de las ganancias terrenas, entristécese del daño y enójase de una palabra injuriosa;

-mira las cosas eternas, no está apegada a lo temporal ni se turba cuando lo pierde, ni se aceda con las palabras ásperas; porque puso su tesoro y gozo en el cielo, donde ninguna cosa perece;

-es codiciosa, y de mejor gana toma que da, y ama las cosas propias y particulares;

-es piadosa y común para todos, desdeña la singularidad, conténtase con lo poco y tiene por mayor felicidad el dar que recibir;

-nos inclina a las criaturas, a la propia carne, a las vanidades y a las distracciones;

-nos lleva a Dios y a las virtudes, renuncia a las criaturas, huye del mundo, aborrece los deseos de la carne, refrena los pasos vagos y se avergüenza de parecer en público;
-de buena gana toma cualquier consuelo exterior en que deleite sus sentidos;

-sólo en Dios se quiere consolar, y deleitarse en el sumo Bien sobre todo lo visible;

-cuanto hace es por su propia comodidad y ganancia, no puede hacer cosa de balde, sino que espera alcanzar otro tanto o más alabanza o favor por el bien que ha hecho, y desea que sean sus obras y sus dádivas muy estimadas;

-ninguna cosa temporal busca, ni quiere otro premio sino sólo a Dios, y de lo temporal no quiere más que cuanto basta para conseguir lo eterno;

-se alegra de los muchos amigos y allegados, gloríase de la nobleza del lugar y del linaje, lisonjea a los poderosos, halaga a los ricos y regocija a sus iguales;

-aún a los enemigos ama, y no blasona por los muchos amigos, ni estima el lugar ni el linaje de donde viene, si no hay en ello mayor virtud; más favorece al pobre que al rico, tiene mayor compasión del inocente que del poderoso, alégrase con el veraz y no con el mentiroso, amonesta siempre a los buenos que sean mejores, y que por las virtudes imiten al Hijo de Dios;

-luego se queja de la necesidad y del trabajo;

-sufre con constancia la pobreza;

-convierte a sí todas las cosas, y por sí pelea y porfía;

-todo lo refiere a Dios, de donde originalmente dimanan; ningún bien se atribuye ni presume vanamente. No porfía ni prefiere su razón a la de los otros; mas en todo sentido y entendimiento se sujeta a la sabiduría eterna y al divino examen;

-desea saber y oír novedades y secretos, y quiere mostrarse exteriormente y experimentar muchas cosas con los sentidos; desea ser conocida y hacer cosas de donde le proceda la alabanza y fama.

-no cuida de entender cosas nuevas ni curiosas, porque todo esto nace de la corrupción antigua, porque no hay cosa nueva ni durable sobre la tierra. Enseña a recoger los sentidos, a evitar la ostentación y pompa vana, a esconder humildemente las cosas maravillosas y dignas de alabar, y buscar de todas las cosas y de toda ciencia fruto provechoso, alabanza y honra de Dios. No quiere que ella ni sus cosas sean pregonadas; mas desea que Dios sea glorificado en sus dones, que los da todos por puro amor.

Esta gracia es una luz sobrenatural, y un singularísimo don de Dios, y propiamente una señal de los escogidos, y prenda de la salvación eterna, que levanta al hombre de lo terreno a amar lo celestial, y de carnal lo hace espiritual. Así que, cuanto más apremiada y vencida es la naturaleza, tanto le es infundida mayor gracia, y cada día es reformado el hombre interior según la imagen de Dios con nuevas visitaciones.