miércoles, 1 de octubre de 2014

CUANDO EL RIN VOMITÓ EN EL RIACHUELO






No otra cosa podemos pensar luego del reportaje que publica hoy La Nación al cardenal Walter Kasper, realizado -cuando no-, por la venenosa Elizabetta Piqué. Recomiendo su lectura por la gravedad de sus declaraciones.

Aquí van algunos comentarios:

Presupuestos

Me parece importante incluir algunos presupuestos contra neocones, que estarán medio confundidos por estas arremetidas pontificias contra la doctrina católica, y adjudicarán las declaraciones del alemán a dichos y rumores sin demasiada trascendencia.

- El cardenal Kasper, en este tema concretamente, expresa las ideas de Francisco. O si quieren, Bergoglio habla por boca de Kasper. Sabemos que, para el Papa, el cardenal Kasper es un “gran teólogo” y un “gran alma”, que hace “teología de rodillas”. Muy pocos purpurados, si es que alguno, ha recibido tales repetidos elogios públicos del Pontífice felizmente reinante.

- La mayor parte de las entrevistas son pautadas. Es decir, lo que Kasper dijo no son los desvaríos de un ancianito senil, sino que han sido muy pensadas y meditadas, y dichas con sus palabras justas en el tiempo convenido.

Las declaraciones

1)La respuesta a la primera pregunta es, de hecho, una declaración de guerra a los cardenales y obispos conservadores, considerando por “conservadores” a aquellos que defienden la doctrina tradicional de la Iglesia sobre la economía sacramental. Les dice directamente que ellos han convertido al Evangelio en una ideología y que pretenden deducir silogísticamente, a partir de una frase evangélica, un conjunto de normas que pertenecen al campo de la disciplina. Y pretende apoyar su posición nada menos que en Santo Tomás de Aquino para, de esa manera, restarle a la posición conservadora, sustento doctrinal.  

2) “Nosotros tenemos que caminar con todo el pueblo de Dios y ver cuáles son sus necesidades”. Es decir, el Evangelio, que no es un código de normas penales, debe adaptarse a las necesidades del Pueblo de Dios. Yo siempre entendí que la cosa era al revés: el Pueblo de Dios debía adaptarse al Evangelio que, como bien dice el purpurado alemán, es Palabra viva, destinada a deificar al hombre o, si esto escandaliza a algunos, a elevarlo. Utilizar el Evangelio para justificar las debilidades y pecados de los cristianos no es sólo invertir la enseñanza del Señor, sino impedir que los bautizados sean transformados por su gracia.

3) “¿Qué es lo bueno para la Iglesia? Lo bueno para la Iglesia es adaptarse al mundo”. Es esto lo que, en definitiva, dice Kasper cuando considera que es “necesaria una discusión abierta” porque una “Iglesia cerrada no es sana” y porque “vivimos en una sociedad abierta y plural”. Es decir, la Iglesia debe ser como es la sociedad actual: abierta, dispuesta a debatir todo, y que los temas disciplinares y doctrinales provengan del consenso de los actores de la discusión. En término filosóficos, no más que la “ética del consenso” de Jürgen Habermas, eximio representante del marxismo crítico de la Escuela de Frankfort y, en términos escatológico, la entrega de la Esposa del Cordero a las potestades de este mundo.

Por otro lado, el muy ladino recurre al sensum fidelium para intentar el engaño de que, la encuesta que por mandato pontificio se realizó a los fieles, expresaría justamente ese sentir de los fieles que debe ser tenido en cuenta. ¡Ya te voy a dar yo a vos, trapacista empurpurado, que el sensum fidelium se mida con encuestas! Para eso contratamos a Management&Fit o a Poliarquía, y no a ustedes, teólogos de rodillas o de dedo meñique.

- ¡No exagere Wanderer! Eso es lo que dice un cardenal; no lo que dice el Papa.
- Ese cardenal asegura: “Esta es la aproximación del Papa”. Y, hasta ahora, nadie salió a desmentirlo.

3) Afirma Kasper,  en tono negativo y azuzado por la Piqué, que “hay gente que no está totalmente de acuerdo con este Papa”. ¿Pero en qué quedamos Eminencia? ¿No era que estamos en la Iglesia del diálogo y la apertura? ¿O será que la apertura es solamente para los que piensan como usted y como su valedor, y que los que piensan distinto están, de suyo, excluidos de cualquier posibilidad de diálogo? Ya se publicó la semana pasada las tretas y artilugios que usted y su pandilla tienen preparadas para manipular el sínodo e impedir que las posturas “conservadoras” sean escuchadas y tenidas en cuenta.

4) “No recuerdo una situación semejante, en la que de forma tan organizada cinco cardenales escribieran semejante libro (refieriéndose al de los cinco cardenales conservadores). Es como se manejan los políticos, pero creo que en la Iglesia no deberíamos portarnos así”.
¡Hipócrita tunante! ¿No es así, acaso, como te manejás vos y los de tu mesnada? ¿No es así, acaso, como se manejó siempre tu jefe e inspirador, mientras era arzobispo de Buenos Aires? ¿No es así como se maneja aún hoy? Abrí las páginas de los diarios y entérate de la parafernalia circense que permitió el sábado de la semana pasada en ocasión de la visita de la presidente argentina y de los impresentables personajes que la acompañaban, y te vas a enterar lo que es manejarse como político.
Los cardenales que escribieron el libro fueron valientes pastores que, aun a costa de perder si no su cabeza, al menos su capelo, afirmaron lo que la Iglesia siempre afirmó. Y, en todo caso, fueron “astutos como serpientes” según nos manda el Evangelio.

5) “No puedo imaginarme que la mayoría del sínodo en este punto pueda oponerse al Papa”. Otra vez con la trampa. ¿No era que las decisiones no debían venir “desde arriba” sino alcanzadas mediante el diálogo y el consenso? ¿Cómo es entonces que, si el Papa indica en el discurso de apertura que los que viven en adulterio pueden comulgar, todos deben seguirlo y ninguno oponerse? Kasper, vos sos como Bergoglio. Muchas misericordia, pero preguntale a Livieres, o a Palazzini, o al pobre Palmiero, o a Mollaghan como fueron misericordiados por Francisco.

Conclusión

Las declaraciones del cardenal Kasper son durísimas. Son un atrincheramiento. Son un mensaje al resto de los padres sinodales: esta es la posición del Papa y él no espera que nadie le haga oposición, porque ya saben lo que les va a pasar a los que se opongan.

¿A qué les hace acordar? Los argentinos no tendrán duda: a las sesiones del Congreso Nacional que son no más que una farsa en la que se aprueban sin chistar los proyectos enviados por el Poder Ejecutivo, haciendo caso omiso a las posiciones contrarias de la oposición. Peronismo en estado puro.

Finalmente, el Rin y el Riachuelo terminarán siendo los afluentes principales de la Apostasía profetizada.