viernes, 27 de junio de 2014

EL MINISTERIO DE LA PALABRA





La palabra divina sacó de la nada todas las cosas. La palabra divina de Jesucristo restauró todas las cosas. Jesucristo dijo a los Apóstoles: Euntes in mundum universum, praedicate evangelium omni creaturae. San Pablo dijo a su discípulo Timoteo: Praedica Verbum. La sociedad no perece por otra cosa sino porque ha reti­rado a la Iglesia su palabra, que es palabra de vida, palabra de Dios. Las sociedades están desfallecidas y ham­brientas desde que no reciben el pan cotidiano de la pa­labra de Dios. Todo propósito de salvación será estéril si no se restaura en toda su plenitud la gran palabra católica.

El derecho de hablar y de enseñar a las gentes, que la Iglesia recibió del mismo Dios en las personas de los apóstoles, ha sido usurpado por una turba de periodistas obscuros y de ignorantísimos charlatanes.

El ministerio de la palabra, que es, al mismo tiempo, el más augusto y el más invencible de todos, como que por él fue conquistada la tierra, ha venido a convertirse en todas partes, de ministerio de salvación, en ministerio abominable de ruina. Y así como nada ni nadie pudo contener sus triunfos en los tiempos apostólicos, nada ni nadie podrá contener hoy sus estragos si no se procura hacer frente por medio de la predicación de los Sacerdotes y de grande abundancia de libros buenos y otros escritos santos y saludables.

¡Oh Dios mío!, os doy palabra que lo haré. Pre­dicaré, escribiré y haré circular libros buenos y hojas vo­lantes en abundancia a fin de ahogar el mal con la abundancia del bien”.


San Antonio María Claret, Autobiografía